martes, 29 de marzo de 2011

Suplicas a María Auxiliadora



Dame tus ojos, Madre,
para saber mirar
si miro con tus ojos, jamás podré pecar.
Dame tus labios, Madre,
para poder rezar,
si rezo con tus labios... Jesús me escuchará.
Dame tu lengua, Madre,
para ir a comulgar,
es tu lengua patena de gracia y santidad.
Dame tus manos, Madre,
que quiero trabajar,
entonces mi trabajo, valdrá una eternidad.
Dame tu manto, Madre,
que cubra mi maldad,
cubierta con tu manto al cielo he de llegar.
Dame tu cielo, oh Madre,
para poder gozar ,
si tú me das el cielo, ¿qué más puedo anhelar?
Dame a Jesús, oh Madre,
para poder amar,
ésta será mi dicha por una eternidad.
Amén.

Encontrando a María

MARIA AUXILIADORA
Gracias a una muy buena amiga, descubrí a mi madre María, en una faceta completamente nueva, a pesar de ser catequista, debo confesar que no tenía esa confianza de abandonarme en mi madre y de regalarle un monton de corona de rosas al rezar el Rosario, como ahora lo hago, descubriendo a Santa María como auxilio, no sólo mio sino de todos nosotros, porque esta siempre dispuesta a ser nuestra madre esperándonos con los brazos abiertos, suplicante a que nuestro corazón de piedra y maltrecho se regocije en su amor, mas que una madre, eres mi amiga y mi ejemplo. 

Y en las palabras del PAPA Benedicto XVI: "Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente, ellas son luces de esperanza, Jesucristo es la Luz por antonomasía, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia, pero para llegar hasta el necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación a nuestra travesía; y ¿quien mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, ella que con "sí" abrió las puertas de nuestro mundo a Dios mismo; ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros.