I. PROFUNDIZACIÓN:
Bautizar a
los niños es un acto de amor.
Todos queremos, como humanos, amar y ser amados. Y ser cristiano, no
significa otra cosa que practicar el mandamiento del amor: “Ámense los unos
a los otros como Yo los he amado”. El amor auténtico nunca ha sido un mal
para nadie.
Que un niño goce del amor de sus padres ya desde la concepción, no es
ningún condicionamiento negativo sobre la libertad y voluntad del niño. Más
aún, es lo más hermoso que un niño puede poseer: el amor y afecto de sus padres.
Qué triste es ver a niños maltratados y rechazados por sus propios
padres. ¿Por qué, pues, será el amor de Dios un mal para el nuevo bautizado?
Gozar del amor de Dios es lo máximo que se puede pedir, y nosotros no tenemos
el derecho de privar a nadie del don de ser amado.
Las objeciones contra el Bautismo de los niños proceden de un triple desconocimiento:
- Desconocimiento de los bienes del Bautismo,
- Desconocimiento de la Palabra de Dios
- Desconocimiento de la práctica de la Iglesia.
II. LA PALABRA DE DIOS NOS
ILUMINA:
El bautismo de los niños
encuentra fundamento en el Antiguo Testamento:
Los
niños en la Antigua Alianza no esperaban a ser adultos para incorporarse al
pueblo de Dios, sino que eran circuncidados al octavo día. (Hechos 7, 8).
- El
Bautismo sustituye a la circuncisión, por eso los primeros cristianos comienzan
a bautizar a los niños.
Objeciones en contra del bautismo de los niños:
Ø 1ª. Objeción. La fe es necesaria para el Bautismo, los niños no pueden
hacer un acto de fe, por tanto no pueden ser bautizados.
Este pensamiento, tiene fundamento en el mismo
Evangelio: Cristo siempre exigió la fe para sanar a los enfermos, pero en el
caso de los niños bastaba la fe de su padre o su madre, como es el caso de la
hija de Jairo, Mc 5, 36 y de la hija
de la sirofenicia, Mt 15, 28.
Nadie se puede dar la
fe a sí mismo. El niño recibe la vida de sus padres, y la fe de la Iglesia. Es
una fe inicial, en semilla, que después debe crecer y volverse adulta, sin embargo
basta para recibir el Bautismo. De esta forma los niños reciben el don del Espíritu
Santo que genera la fe y con ella la vida eterna, como un don gratuito de Dios.
Ø 2ª. Objeción. Los niños no necesitan Bautismo porque ellos son inocentes
y no tienen pecado.
-Es cierto que los niños no tienen pecados personales, pero sí tienen el
pecado original.
- La historia del ciego
de nacimiento (Juan 9) es un buen ejemplo. El ciego representa al cristiano,
porque todos nacemos ciegos a la fe y a la vida en el Espíritu, por tanto,
todos necesitamos lavarnos en la Piscina del Enviado, es decir en el Bautismo
de Cristo.
Ø 3ª. Objeción. No es bueno imponer a los niños una fe que ellos no han
escogido.
- La fe ni es "escogida",
ni es "impuesta" sino que es don y gracia de Dios. Si el Bautismo
confiere a los hijos el bien sublime de la gracia divina, sólo unos padres sin formación
o incrédulos podrán negar a sus hijos este don.
- Además, ¿quién puede
negar a Jesucristo el derecho legítimo sobre aquel por quien Él murió y
resucitó?
Ø 4ª. Objeción. Jesucristo se bautizó de grande y se bautizó en el río.
Esta objeción revela un gran desconocimiento de la palabra de Dios.
Porque Cristo recibió el Bautismo de Juan, que era un bautismo de penitencia,
nosotros en cambio, recibimos el Bautismo de Cristo, en fuego y Espíritu. Por
eso somos "cristianos" y no "bautistas". Y por eso los
católicos bautizamos no como el Bautista lo hacía, sino como Cristo manda:
"en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Lee: Mateo 28, 19.
Ø 5ª. Objeción. ¿Y qué hay de los niños que mueren sin Bautismo?
Nosotros sabemos que Dios quiere que todos los hombres se salven" (1Timoteo 2, 4) y Jesús tiene una gran
ternura con los niños, que le hizo decir: "Dejen que los niños se acerquen
a mí, y no se lo impidan" (Marcos
10, 14). Esto nos permite confiar en que hay un camino de salvación para
los niños que mueren sin el Bautismo, al igual que para cada ser humano que por
cualquier razón no llegue a tener el bautismo del agua y el Espíritu Santo,
administrado por la Iglesia.